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La Cruz era un suplicio humillante. Los reos, los que habían cometido crímenes horrendos debían pagar en este suplicio el precio de su culpa. No lo conocían los judíos. La Palestina estaba bajo la dominación romana cuando el Señor fue crucificado. Los romanos habían reservado este suplicio a los criminales extranjeros. Un ciudadano romano estaba exento de este suplicio y era condenado a la espada del verdugo. [...]
P. Dávila (Le Crucificaron)